sábado, 2 de diciembre de 2006

Y Superman... ¿cómo consiguió papeles? (Fecha Original de Publicación: Junio 2006)

Por: Aníbal Díaz González

No se trata de hacerle promoción gratuita, pero éste miércoles 28 de junio se estrena la nueva película de Superman. Como parte de las estrategias de mercadotecnia, éste sábado el canal A&E transmitió un programa acerca de la historia del mentado 'Hombre de Acero', desde un relato de los meros inicios del cómic hasta entrevistas con gente involucrada en el nuevo filme. Hubo algo que me causó mucha gracia. El programa concluyó con el narrador diciendo una frase que iba más o menos así: "en escencia, la historia de Superman demuestra como un inmigrante puede salir adelante en éste gran país que es Estados Unidos".
¡Ah Dio!... no digo que ésto no sea cierto, Estados Unidos ofrece muchas oportunidades, pero los inmigrantes ilegales siempre se topan con un buen de trabas para poder lograr el "American Dream". Y estoy hablando de inmigrantes de otros países... ¿qué tal si la ficción del cómic se aplicara en la realidad?... ¿qué tal si Estados Unidos estuviera recibiendo inmigrantes ilegales de otros planetas?.
Para empezar, Superman cayó del cielo en una cápsula espacial que sus papás enviaron a la tierra antes de que su planeta explotara. La capsulita que contenía al niño aterrizó en un pueblo sureño ficticio de Estados Unidos, Smallville (o Villachica, como lo conocen algunos). En éstos tiempos, es casi seguro que en varios pueblos al sur del país cuenten con uno que otro minuteman. Éstos "protectores de la frontera de Estados Unidos" improvisados luego luego le hubieran caído encima a la cápsula diciendo que podría tratarse de un arma de destrucción masiva o del principio de un ataque terrorista por alguno de los "múltiples enemigos de su patria y de la libertad", y la hubieran confiscado a la voz de ya con todo y mocoso superpoderoso adentro.
Ahora, por otro lado, seamos más optimistas. Digamos que los minutemen no encontraran la cápsula y todo pasa como en la historia, un par de granjeros de apellido Kent se encuentran al niño y se lo llevan para su casa y presentan al bebé como propio. Nos topamos con más trabas. Para empezar, ¡los Kent ya estaban rucos!, nadie les iba a creer que el chilpayate era suyo. Para seguir, si dos gringos quieren adoptar un niño inmigrante, el asunto no se hace de la noche a la mañana. Según el website de la embajada de Estados Unidos en México, si un norteamericano quiere adoptar un infante azteca la oficina de servicios a ciudadanos estadounideses tiene que mandar una carta con toooooooooda la documentación que se necesita para pedir al niño o niña en cuestión. Después hay que checar los requisitos para obtener una visa de inmigrante para el hijo adoptivo, y los americanos también tendrían que comprobar que el muchachito es huérfano. ¡Y ésto es sólo para los mexicanos, éste wey cayó del cielo!. ¡¿Cómo demonios comprobaron que era huérfano y que no lo habían comprado en el mercado negro?!.
Aumentemos la dosis de optimismo otro poquito: los Kent adoptan al niño sin ningún problema, le ponen Clark y ya, vive con ellos. Va creciendo, y desde temprana edad descubre sus poderes y comienza ayudarle a su papá postizo trabajando en la granja. En un pueblo chico (y sureño, para acabarla), nunca falta la vecina chismosa que se fija en todo, y, al ver que el pequeño Clark carga tractores sin ningún problema y recoge cosechas a velocidad super-rápida, un par de pensamientos le cruzan la cabeza: "éste niño aguanta mucho trabajo pesado, pa' mi que es mexicano. Y éstas gentes lo explotan mucho, se me hace que voy a hablarle al CPS". Con esa famita que cargan a cuestas los de Servicios de Protección al menor, gracias a la llamada de la vecina chismosa hubieran llegado a la granja en un dos por tres, descubren a Clark cargando como media tonelada de leña y le reclaman a los Kent, para posteriormente darse cuenta de que, por tal de evitar tanta burocracia, éstos hiceron una que otra tranza para conseguirle papeles chuecos al niño y así poderlo adoptar más rápido. El chamaco, asustado y desorientado, no controla sus poderes y la gente del CPS lo somete fácilmente y sus papás adoptivos no lo vuelven a ver nunca.
Pasan los años, y, al no demostrarse su nacionalidad de origen, Clark crece en un orfanatorio. A pesar de tantas adversidades, el muchacho crece siendo optimista y buena onda, total, ¡ésta es la tierra de las oportunidades!. Se gradúa de highschool sin haber aprendido nunca algo acerca de su propia cultura porque bueno, además de que viene de un planeta muy lejano, hay muy pocos maestros que vengan del mismo lugar del cual él es originario (de pilón el planeta explotó, así que la neta ésto importa mucho).
Aprende a regular sus poderes, así que durante los años en el orfanato pesca chambas en la construcción y ahorra bastante dinero, el suficiente para ingresar a la universidad. Además, a base de relaciones y esfuerzos consigue becas aquí y allá, le echa muchas ganas a sus estudios y se gradúa como reportero. Sólo que al salir, ¡sorpresa, sorpresa!... es inmigrante ilegal, no tiene papeles, no tiene seguro social, así que según la ley, aunque tenga estudios universitarios no podrá ejercer su profesión. Triste, se regresa a la construcción, en la que se sigue yendo bien, digo, el trabajo como de 20 lo hace él solito y en menos tiempo, pero aún así se deprime de vez en cuando por no haber podido trabajar nunca en el diario "El Planeta". Además tiene que soportar que uno que otro gringo racista que nunca ha trabajado bajo el sol le diga "ustedes los malditos inmigrantes ilegales sólo vienen a mi país a quitarme el trabajo".
Lo último que se sabe del frustrado joven Kent es que es contratado por el gobierno norteamericano para construír un muro a lo largo de toda la frontera de México con Estados Unidos, ya que, al no poder conseguir trabajadores indocumentados para levantar la obra en cuestión, al tío Sam no le queda otro remedio más que darle papeles a éste inmigrante ilegal para de ésta manera poder emplearlo (a la Casa Blanca le sale mejor legalizar a un sólo indocumentado que a los millones que también desean por lo menos un permiso de trabajo, además Clark les cobra barato).
Y ésta es, amigos míos, la historia de cómo Superman habría conseguido papeles si su odisea hubiese sido real... lástima que nunca conocería a Luisa Lane. Se habría casado con ella y hubiera evitado todo éste desmother.

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