sábado, 2 de diciembre de 2006

"Los latinos en Dallas son gente muy solidaria y muy linda" (Fecha Original de Publicación: Marzo 2006)

Por: Aníbal Díaz González

El lunes pasado (el día después de las lluvias... mire, que chido título para una película), vi que el teléfono de mi trabajo tenía una lucecita rara. "¡Ájale!, tengo mensajes", expresé alegremente. Acto seguido me puse a revisarlos. "Sr. Díaz, ya se venció el plazo, necesitamos que regrese las películas por...", no, éste no. Borrar. "Aníbal, ya págame lo que me de...", ¡MENOS!. Borrar, borrar, borrar.
El siguiente estaba en inglés, así que procuré ponerle toda la atención posible (digo, pa' poder entenderle). "Hola, mi nombre es Tianna Parker. Sólo llamo para comentar que entre la comunidad hispana de Dallas se encuentran las personas más solidarias y buenas con las que me he encontrado en mi vida. Si quiere conocer mi historia, llámeme al teléfono..."
Anoté los números que la voz de la máquina me dictaba. Me llamó la atención el código de área, resultó que era de Oklahoma City, Oklahoma. Bueno, el deber es el deber (y la curiosidad era más). Le llamé a la Sra. Parker.
Ella misma contestó el teléfono, y cuando le expliqué el motivo de mi llamada su voz comenzó a llenarse de emoción y simpatía. Resultó que, en efecto, sí tenía una historia interesante. "Mi familia y yo estuvimos en Dallas para el spring brake. Se nos descompuso el carro y nadie nos ayudó... solamente la gente hispana".
Durante el mediodía del viernes 17 de marzo, Parker, su esposo y sus tres hijos estaban a punto de dejar la ciudad para regresar a casa, habían venido a visitar a unos parientes. En uno de los freeways de Dallas (Tianna no recordó el área, no conoce muy bien éstos lares), su auto se sobrecalentó y nomás ya no anduvo. A orillarse se ha dicho, que más queda.
El cónyuge de Tianna y ella misma bajaron del carro para pedir ayuda. "Nadie se paraba", comentó la mujer. "Hasta que un señor como de 60 años, hispano y que no hablaba inglés, se detuvo a ver cuál era el problema".
Éste individuo, a señas y con tanque de gasolina de reserva en mano, le preguntó al matrimonio Parker si lo que les hacía falta era combustible. Tianna, también como pudo, le dijo al hombre que el vehículo estaba descompuesto. El comedido anciano les explicó entonces que lamentaba no traer herramientas y que no les podría ayudar. Los incidentados le dieron las gracias por sus intenciones y el individuo subió a su vehículo y se fue.
Autos iban y autos venían a toda velocidad sobre la autopista. Pasó un buen rato y nadie más se interesaba en ayudar. "Pero entonces, dos muchachos que iban en una camioneta de landscaping, también latinos, se nos acercaron para averiguar que pasaba", continuó su relato Tianna. "Uno de ellos sí sabía de mecánica y hablaba poco inglés, y se dio cuenta que la bomba del agua del carro estaba inservible". Los dos jóvenes les dijeron a los Parker que desafortunadamente no tenían tiempo para arreglarles el coche, pero que podrían remolcarlos a la gasolinera más cercana para que ahí consiguieran ayuda. Una vez en la estación de servicio, la mujer y su marido comenzaron a preguntar por un buen mecánico. Un hombre angloamericano se les acercó y dijo que él podía con el trabajo. "Pero nos quería cobrar muy caro, como $400 dólares", prosiguió su plática Tianna. "Además, al intentar arreglar la bomba ni pudo hacerlo y acabó descomponiendo más piezas del motor".
Cerca del lugar, unos mexicanos se encontraban construyendo una cerca en un motel. Tres de ellos se acercaron a ofrecer su ayuda, y el americano, según la mujer y quién 'lo despidió del empleo', se portó muy grosero con éstos trabajadores. De cualquier manera, ellos le propusieron a los Parker regresar más tarde para, ahora sí, solucionarles su problema.
"Éstos hombres (los mexicanos) terminaron la cerca después de 12 horas de trabajo", dijo emocionada Tianna. "Aún así, ellos cumplieron su palabra. Compramos la bomba y las otras partes que descompuso el americano y los muchachos se pusieron a trabajar. Empezaron como a las 8 de la noche, después comenzó a llover pero ésto no les importó. Continuaron hasta las 3:30 de la madrugada y el auto quedó como nuevo".
Según Parker, ella y su esposo les ofrecieron a sus buenos samaritanos un muy buen pago por sus servicios. Pero, también de acuerdo a Tianna, los inmigrantes no querían aceptar centavo alguno. El matrimonio siguió insistiendo, y, sorprendentemente, los trabajadores dijeron que si lo deseaban podían pagarles 20 dólares, no a cada uno, sino a los tres.
Cuando le pregunté a Tianna qué le provocó el tenerles tanta confianza a su trío de benefactores, su respuesta fue tan emotiva como sincera. "Además de la mirada en sus ojos, tan dulce e inofensiva, también observé sus manos. Vi que eran tres pares de manos de gente que no le tiene miedo a trabajar. Me asombré cuando vi la cerca terminada, era hermosa. Acabo de entrar en el negocio de landscaping, y sé que una cerca como ésa no la hace cualquiera."
La mujer quiso resaltar también que, al tratar de comunicarse con los medios latinos en Dallas, se equivocó un par de veces a la hora de marcar, contactando así, por accidente, a dos negocios. No se aguantó las ganas y también con éstos interlocutores platicó su historia. De manera chusca, fue escuchada atentamente. Y, en respuesta, obtuvo historias similares. "Éstas personas me platicaron que les han pasado cosas parecidas. Los latinos en Dallas son gente muy solidaria y muy linda, qué suerte tienen allá por tener una comunidad hispana que sea así".
Antes de que nos despidiéramos, Tianna quiso mandarles unas gracias infinitas a sus tres samaritanos mexicanos. "MUCHAS, MUCHAS, MUCHAS GRACIAS A LOS TRES. Mi esposo ahora no está en casa, si estuviera le preguntaría los nombres de los muchachos, él fue quién platicó más con ellos. Pero creo que uno era José, el otro Juan y el último empezaba con 'C', era un nombre muy bello, muy mexicano". Le sugerí Cuitláhuac o Cuahutémoc para tratar de hacer que recordara, pero creo que no me entendió, así que mejor ahí dimos por terminado el asunto.
El punto es que, con historias como ésta, cada vez más anglos se dan cuenta de que una gran mayoría de los mexicanos (o bueno, los latinos en general), estamos muy lejos de los estereotipos negativos que la intolerancia e ignorancia han posado sobre éstas razas. El asunto ahora es que Tianna corra la voz.
Y, por supuesto, que también nosotros le hagamos honor a ésta nueva reputación.

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