sábado, 2 de diciembre de 2006

Combatiendo las 'malas ondas' entre la juventud - Bajito Onda- (Fecha Original de Publicación: Febrero 2006)


Del Hendrixson dice que Dios le habló para pedirle que le ayudara a llevar a los jóvenes pandilleros y convictos por el buen camino. En un afán por obedecer, la ex-presidiaria creó Bajito Onda.

Por: Aníbal Díaz González

Había una vez una niña llamada Del. La pequeña nació en un pueblito típico americano, Hot Springs, Arkansas; en el seno de una familia también típicamente sureña: su papá, un militar retirado y autoritario; su mamá, una ama de casa. Al crecer, Del sería compañera de preparatoria del ex-presidente Bill Clinton, tendría deseos de aprender otro idioma además del inglés y sufriría graves heridas en aparatosos choques de motocicleta, pero ésta es sólo una parte de su historia.
Del Hendrixson es la fundadora y directora general de Bajito Onda, una asociación sin fines de lucro que se dedica a combatir problemas sociales como la violencia intrafamiliar; así como también a ayudar a convictos, ex-convictos y jóvenes pandilleros de cualquier raza o nacionalidad, enseñándoles un oficio e impartiéndoles pláticas. "Y también a los que aún no hacen nada, el asunto es que nunca pisen la cárcel", indica Hendrixson, quién concedió una entrevista a El Hispano News. La mujer, de 59 años y poseedora de un imponente y agresivo semblante que contrasta con sus cualidades filantrópicas, sabe bien y de primera mano por qué quiere mantener a "sus muchachos" fuera de prisión.

Los inicios

Según declaraciones de la misma entrevistada, la impetuosa y enérgica manera en que su padre la educó la orilló a depresiones y adicciones sexuales durante su adolescencia. "Tenía adicción al poder", dice Del. "Más que nada era la adicción de tener poder sobre las demás personas."
Después, a los 13 años, vino un accidente que casi la mata. Hendrixson caminaba por una de las calles de su pueblo y un muchacho que iba abordo de su auto quiso jugarle una broma pesada: pisó el acelerador hasta el fondo, dirigiéndose hacia ella a toda velocidad. Quiso desviarse de último momento pero no lo logró. La mandó al hospital y estuvo a punto de dejarla paralizada de por vida. Al recuperarse, Del sintió entonces unos deseos de vivir rápidamente, así llegaron a su vida el alcohol, las drogas y las salidas con motociclistas. Cuando tenía 21 años de edad ella y su mejor amigo, Woody, escaparon de sus casas para vivir en Dallas y se instalaron en el área de Deep Ellum. "Lo que queríamos era aventura", prosiguió Hendrixson. "Pero nos pasaron varias cosas, estábamos muy verdes".
Hasta ése momento, Del había aprendido a trabajar como fotógrafa y se sostenía acudiendo a eventos sociales. Juntó dinero y viajó con Woody a Monterrey, México, donde tuvo una estancia breve. Poco después de su regreso a Estados Unidos, unos ladrones entraron a su casa y robaron todo su material fotográfico. Deprimida, Del decidió volver a Monterrey, quedándose a vivir ésta vez durante 8 meses en casa de una amiga. Durante su estancia aprendió muchas costumbres y tradiciones del área, e inconscientemente también a hablar español. Hendrixson comenzó a tenerle un cariño muy especial a los mexicanos, y cuando regresó nuevamente a su país intentó entablar amistad con los mexico-americanos. "El problema fue que ahora todos me trataban como una outcast (me aislaban)", dice Del. "Los chicanos no quieren a los mexicanos, así que no me aceptaban, y los gringos veían que yo hablaba español, así que tampoco me querían".

El tropiezo

A principios de la década de los 80s, Del comenzó a trabajar en un periódico, dónde aprendió técnicas de impresión. También recibió un golpe muy fuerte: la pérdida de su padre. Además, según Hendrixson, su madre se quedó con el dinero que le correspondía de la herencia que su progenitor le dejara, y nunca volvió a ayudarla. "Yo amé mucho a mi padre aunque no nos entendiéramos. Cuando falleció me deprimí mucho, todo me valía y era muy débil, muy influenciable", comentó la mujer acerca de ésta etapa de su vida.
En ése tiempo, Del dice que muchos mexicanos se enteraron de su dominio de la imprenta, y comenzaron a pedirle que les elaborara identificaciones y actas de nacimiento falsas. "Si lo hice fué solo para ayudarlos, nunca tuve la intención de cometer un delito", aseguró Hendrixson. "Creo que la policía agarró a varias personas en un carro con varios papeles falsos y así fue como dieron conmigo. Un día nomás derrepente entraron a mi taller muchos agentes del FBI y de migración. Me arrestaron y me condenaron a 3 años de cárcel".
Para sobrellevar la dura vida de la prisión, Del se propuso comportarse como si estuviera en el ejército. "Tenía que ser disciplinada, disciplinar mi cuerpo y mi mente. Y es que cuando tienes a 1000 extraños sobre tí, agrediéndote, molestándote, de alguna manera tienes que soportar". Pero éso no le bastó: tuvo que aprender a defenderse. "En la cárcel tienes que volverte agresivo, psicótico: mientras más 'loco' y agresivo seas, es mejor, en éso se basa el respeto". De manera curiosa, transcurrió un año de la sentencia y Hendrixson fue liberada por buen comportamiento. Para su mala suerte, en el mundo exterior no la estaba esperando un lecho de rosas. "Mi familia me dio la espalda. Además, cuando estuve afuera, perdí la fé en la vida... en el mundo exterior todo es prohibiciones. Te dicen: 'no hagas ésto porque te arresto, no hagas lo otro o vas a la cárcel', así que pensé, 'pues mejor me regreso a la cárcel'... afuera me sentía amenazada".
Del consiguió una UZI y decidió matar gente inocente para regresar a prisión.

La redención

"Justo cuando iba saliendo decidida a matar personas, empecé a escuchar la voz de mi padre. No de mi papá, sino de mi padre verdadero: Dios", continuó Del en tono convincente. "Dios me detuvo, y me dijo que me necesitaba para ayudar a los jóvenes, que quería que los educara. Yo dije: 'si nisiquiera me gusta juntarme con jóvenes'... pero Dios dijo: 'ya te dejaste guiar por el hombre y acabaste en la cárcel. Ahora deja que yo te guíe, a ver a donde vas a dar'".
Lo que siguió a ésas 'visiones' es un proyecto que Del ha tenido a su cargo durante 20 años y que ha ayudado, según ella misma, a más de 10,000 personas: Bajito Onda. El nombre de la asociación viene de un volante que Del creó a mediados de los 80s dedicado a 'Los Bajitos de Grand Praire', un grupo de Lowriders que ya no existe en la actualidad. El volante iba a llamarse 'La Onda de los Bajitos', pero fue acortado a 'Bajito Onda' por la misma Del.
El volante de Bajito Onda evolucionó hasta convertirse en una revista que por falta de fondos se ha publicado de forma irregular desde 1986. "Yo quería que la revista se convirtiera en un regalo de esperanza para ellos (los pandilleros)", indicó Del. "Aunque la revista sólo se distribuía en Dallas empecé a recibir cartas de otros lados, como California, hasta allá la hicieron circular entre los mismos muchachos. Recibí varias cartas, como la de un muchacho que me decía que le agradecía a Dios por la revista, porque era un importante mensaje de esperanza para él. Me emocioné y sentí que estaba haciendo algo bueno, es por cartas como ésa que continué ayudando personas."
A través de 'The Bajito Onda Community Development Foundation', Del se dedica a recorrer prisiones, escuelas, "y cualquier lugar a donde me llamen", dice, impartiendo pláticas en las que devuelve la esperanza a aquellos que ya no la tienen, conversando acerca de su experiencia, la fé en Dios y las alternativas que pueden contemplar para reintegrarse a la sociedad. "Quise acercarme a las prisiones para ver si podía implementar mis conocimientos para cambiar a alguien violento en alguien pacífico", dice la mujer, quien se considera una socioantropóloga autodidacta con 20 años de experiencia. Por otro lado, en las escuelas y grupos de jóvenes Del actúa como una voz de prevención y conciencia. Y por último, pero por supuesto que no menos importante, Hendrixson trabaja de cerca con pandilleros que se acercan a BO por cuenta propia o porque son enviados por la oficina de libertad condicional del Departamento de Justicia Criminal de Texas. Les enseña el oficio de la imprenta, técnicas de serigrafía, diseño gráfico y diseño de páginas de internet.
"Yo estoy en probation (período de advertencia por un crimen menor)", comentó Sebastián, uno de los jóvenes a los cuales Del se encuentra ayudando actualmente. "Si uno va a cualquier otro lugar lo tratan mal, o nos insultan, o no nos tienen paciencia. Aquí estoy aprendiendo a hacer camisetas, estoy aprendiendo algo útil".
Al preguntársele a Hendrixson qué fue lo que hicieron Sebastián o Josh, otro de los muchachos que también está bajo su tutela, para llegar a BO, ella proporciona una simple y directa respuesta. "No sé".
"Yo no juzgo a nadie, no me corresponde", continuó. "Yo lo que hago con los muchachos y las muchachas es quererlos, amarlos. El pasado, pues ya pasó. Ahora de lo que se trata es de que salgan adelante, que se reintegren al mundo, que sean personas de bien. Y déjame decirte que yo no batallo: aquí, si yo veo que alguno de ellos no valora todo ésto, que me pasen al siguiente. Lo que yo les digo es: 'yo invierto en tí si tú inviertes en tí mismo'. Yo no puedo ayudar a la gente que no quiera ser ayudada."
Bajito Onda coordina programas de arte en prisiones y tiene células en varios lugares de Latinoamérica, en México, por ejemplo, donde a finales de 2004 impartió una conferencia acerca de la violencia juvenil en un evento organizado por el Gobierno del Estado de Nuevo León; e incluso en lugares tan distantes como África (dónde ayuda principalmente a los niños de la calle) gracias a los nexos de la asociación con la Organización de las Naciones Unidas.
Del y su personal sostienen Bajito Onda con los servicios que proporciona la imprenta de la organización, como la impresión de logotipos en gorras, vasos y camisetas, así como el diseño de carteles y otros artículos publicitarios. De cualquier manera, éste grupo ha crecido principalmente gracias a las aportaciones voluntarias de corporaciones y el público en general. "No recibimos fondos de la ciudad ni nada parecido", comentó Hendrixson a manera de queja. "En el city hall no hacen nada, nisiquiera contestan el teléfono. Cuando uno les quiere presentar el proyecto no le ponen atención... pero lo que duele más o lo que es más triste es que yo me muevo principalmente entre la comunidad latina, los considero mi raza... y los hispanos siempre son los que menos cooperan", concluyó.

Para el futuro, Hendrixson tiene contemplado un breve viaje a África para estar más cerca de "sus muchachos" de aquél país. También piensa comercializar ropa con el sello Bajito Onda para mantener la organización a flote. De la misma manera, Del se encuentra gestando el proyecto de la construcción de una especie de centro de rehabilitación donde los ex-convictos y ex-pandilleros puedan tener un lugar donde quedarse, además de recibir orientación psicológica y capacitación para reintegrarse a la sociedad.


No hay comentarios.: