Por: Aníbal Díaz González
Hace ya algunos meses, el ilustre editor de este periódico, Don Fernando Zapata y Corcuera (lo de Corcuera lo inventé yo) escribió una columna acerca de cómo poco a poco los latinos recién llegados a éste país nos vamos influenciando por la manera de hablar tan, digamos... chusca, que predomina entre los hispanos que ya están acá desde hace tiempo. Cuando terminé de leer ese editorial, la frase tan socorrida por los hijos de quienes padecen calvicie atravesó mi cabeza: "A mí no me va a pasar"... pobre iluso.
El otro día, conducía mi automóvil acompañado por una amiga. Íbamos conversando acerca de cine, el cual creo que es el único vicio que tengo. Le dije a mi acompañante "a mí me gusta mucho el cine y todo lo que lo involve". Tic-tac, tic-tac... mi cerebro tardó un poquito en procesar la gravedad de la 'blasfemia verbal' que mi lengua acababa de traer al mundo. "¿¿¿TODO LO QUE LO INVOLVE??? ¿¿¿QUE CARAJOS ES ESO???", grité histérico después de unos segundos. Quise decir, claro está, "me gusta el cine y todo lo relacionado con ese tema", pero, por una extraña razón, el lenguaje me jugó una mala pasada y trajo a mi voz el vocablo 'involve' que significa 'involucrado' o 'relacionado con' en inglés.
Desde que llegué al metroplex me la pasé criticando y burlándome de cuanto conocido se me ponía enfrente articulando frases como 'me llamas PA' ATRÁS', 'el techo está LIQUIANDO', 'la farmacia está pasando los TRAQUES', (siendo los 'equivalentes' a las palabras en mayúsculas CALL ME BACK, LEAKING -gotear-, Y TRACKS -vías-), ¡¡¡Y AHORA YO ERA UNO DE ELLOS!!!. ¿Cómo sucedió esto? ¿por qué? ¿que hice yo para merecer ésto? ¿por qué Señor? ¿POR QUEEEEEEEEEE?... bueno, ya, basta de dramas. La realidad es que el ser humano no puede vivir sin ser afectado en un entorno en el que predominan unas costumbres distintas a las que está acostumbrado, válgame y perdóneme la redundancia. Ya se sabe el dicho: A dónde fueres, haz lo que vieres (y aunque no quisieres, le agregaría yo). "Es que es aunque uno no se dé cuenta Aníbal, uno no lo hace adrede", se defendía una tía mía de mis ataques cuando no paraba de reclamarle por qué decía "está laqueada", cuando no podía abrir la puerta de su casa; "hay que podar la yarda", cuando el césped de su jardín estaba más largo que los pelos de Daniela Romo; o "las pipas" en lugar de decir tuberías.
Pero bueno, para una explicación más profunda, tendré que robarme una vez más otro dato mencionado en la columna del Sr. Zapata: ésto es hasta cierto punto natural y no tiene nada de malo. A fin de cuentas el español es el resultado de una mezcla de lenguas muertas como el latín, y un lenguaje tan usado, rico y predominante como el de Don Quijote de la Mancha no puede permanecer estático. De hecho, según predicciones de expertos en predecir cosas, el español será uno de los lenguajes que sobrevivirán en nuestro querido, contaminado y "conagujeroteenlacapadeozono" planeta durante los próximos 300 años, acompañado por el inglés y el chino.
Aunque la mera verdad yo considero que debería de haber límites. Una cosa es hablar en 'spanglish' involuntariamente y otra cosa es ser un gringo frustrado. Conozco a una muchacha de Zacatecas más prieta que yo y con los pelos llenos de rayitos que no habla ni una gota de inglés, ¡ah! pero eso sí, cuando se equivoca al decir "x" frase o palabra se la pasa exclamando "amín, amín, amín" (una versión bastarda de 'I mean' -frase equivalente en el idioma anglo a 'quiero decir'-). Tal vez estoy pecando de intolerante, pero, aunque no podamos evitar la influencia del 'spanglish' o del inglés dizque puro sobre nuestro lenguaje, considero que los mexicanos y los latinos en general debemos sentirnos orgullosos de hablar el idioma impuesto mediante la espada por Hernán Cortéz y achichincles. Hay que usarlo de buena manera, echar mano de él con propiedad (tal vez usted está pensando "¿Quién eres tú para recomendar eso? ya llevas como 20 modismos y palabras inventadas en la columna", pero bueno... en fin, los puse como parte del show). El español es un idioma hermoso, riquísimo, es un pecado mortal estarlo desperdiciando. Recordemos bien de dónde venimos sin quitar la vista de hacia dónde vamos. Seguramente nuestros hijos se criarán entre palabras en inglés y vocablos híbridos como 'compiuri', 'el saign', 'el parkeadero' y otras especies, pero no estaría mal tratar de recordarles que existe algo llamado buena dicción y que entre nosotros alguna vez caminaron gigantes como Miguel de Cervantes, Octavio Paz e incluso Francisco Gabilondo Soler, conocido en los bajos mundos como Cri-Cri, el Grillito Cantor; que llevaron nuestro lenguaje a niveles sublimes e inimaginables, cada uno a su manera y con estilo propio... ¿oquei?.
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1 comentario:
Es algo inevitable Anibal, ni modo...Yo tambien pensaba lo mismo pero no podemos cambiar el mundo.
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